viernes, 10 de febrero de 2017

Resolvemos conflictos y nos relajamos

Las desavenencias entre unos y otros forman parte del día a día de una persona adulta, pero de los pequeños también:

- "Juan se coló en la fila"
- "Pero es que él me empujó"
- ...

Es muy importante para los más pequeños saber qué es un conflicto y cómo solucionarlo, por ello esta semana hemos realizado en nuestras clases un taller de resolución de conflictos.

Lo primero es identificar qué es un conflicto y qué no, para lo que utilizamos la actividad de El semáforo en la que tras visualizar distintas imágenes, los pequeños diferencian rojo con situaciones negativas y verde con positivas.




Una vez que ya sabemos de lo que estamos hablando, es momento de ponerse en el lugar del otro. Utilizando situaciones reales que suceden en el aula, dos alumnos salen a dialogar sobre lo que les ha pasado. En cuanto cada uno expone su perspectiva, se cambia el rol, de modo que nos ponemos en la piel de nuestro compañero y así podremos llegar a comprender cómo se siente.


Llega el momento del perdón. Pedimos disculpas por nuestros malos comportamientos y lo recibimos por los daños que nos hayan causado. 

Después de este instante de paz, la mejor forma de volver a la calma es por medio de la relajación: ponemos en práctica el método Jacobson, que defiende que la tranquilidad se alcanza por medio de la contracción y relajación de los músculos. En este caso adaptamos el método a los más pequeños, por lo que simulamos que nos convertimos en niños de piedra:

- “¡Se nos convierten en piedra los brazos! Cerramos los puños y hacemos fuerza con los brazos. Descansamos.”
- “¡Se nos convierte en piedra la barriga! Cogemos aire muy fuerte, y al soltarlo vamos poniendo la barriga dura, como una piedra. Descansamos.”
 - “¡Se nos convierten en piedra las piernas! Estiramos la punta de los dedos de los pies y hacemos toda la fuerza que podamos con los muslos y las piernas, hasta ponerlas muy duras. Descansamos”.
- “¡Se nos convierte en piedra la cara! Cerramos los ojos fuerte fuerte, y apretamos con la cara, hasta tenerla realmente de piedra. Descansamos.”
- “¡Todo nuestro cuerpo se convierte en un niño de piedra! Apretamos fuerte fuerte, totalmente quietos, como niños de piedra que somos.”
Después de unos segundos les dejamos descansar y les decimos que cojan una vez mucho aire y lo suelten muy despacio.







Tras este momento reina la calma, de hecho alguno casi casi se nos duerme jejeje.